¿Qué dice la Biblia sobre los pecados de omisión?

Ya has leído todo sobre los pecados de comisión y ahora es el momento de explorar los pecados de ino también a largo plazo. Son una forma de esclavitud que nos aleja de la verdadera libertad... y de Dios. Veamos qué dice la Biblia sobre los pecados de omisión y cómo podemos evitar cometerlos.

¿Qué son los pecados de omisión?He aquí algunos ejemplos de pecados de omisión: no alimentar a los hambrientos, no vestir a los desnudos, no acoger a los sin techo, no visitar a los enfermos y no enseñar a los analfabetos. Estos son sólo algunos de los innumerables mandatos, ordenanzas, principios y ejemplos que describen claramente los requisitos de Dios para vivir una vida santa. Entonces, ¿por qué no los sigue más gente? ¿Por qué la gente comete pecados de omisión? Cada vez que no realizamos los deberes, las acciones o las responsabilidades que Dios establece para nosotros, estamos pecando por omisión. El que tiene autoridad para añadir o quitar mandamientos es el que tiene el poder de determinar quién está dentro o fuera del club.

Índice de Contenido
  1. ¿Por qué son tan peligrosos los pecados de omisión?
  2. Contraste: Pecados de comisión vs. pecados de omisión
  3. La clave para evitar los pecados de omisión
  4. Conclusión

¿Por qué son tan peligrosos los pecados de omisión?

Los pecados de omisión golpean el corazón de lo que somos como personas. Nos roban nuestra conexión con el Creador y nos roban nuestra capacidad de amar verdaderamente a los demás. Impiden nuestro crecimiento espiritual y nos roban nuestro tiempo con Dios. Y, nos roban el tiempo de los demás que podrían estar utilizando para servir, amar y tener relaciones con nosotros. El pecado nunca es algo que hacemos una vez y luego estamos bien. Nunca nos recuperamos verdaderamente de los pecados de omisión. Estamos continuamente creciendo espiritualmente más débiles cada vez que pecamos por omisión. Debido a esto, los pecados de omisión son muy peligrosos. Cuando pecamos por omisión, nos convertimos en una carga espiritual tanto para los vivos como para los muertos. Si pecas por omisión, te conviertes en una carga para los vivos, porque les quitas la energía y el poder de amar. Te conviertes en una carga para los muertos, porque les robas su presencia y sus dones para nosotros.

Contraste: Pecados de comisión vs. pecados de omisión

Los pecados de comisión son como los fuegos que arden con fuerza durante un corto período de tiempo y luego se apagan. Los pecados de omisión son como la leña que se utiliza para alimentar el fuego, pero en lugar de apagarlo, la leña sigue ardiendo y se permite que el fuego continúe. Finalmente, la madera se incendia, se quema y muere, pero la llama sigue ardiendo en el corazón de la persona que la dejó crecer. Si vamos a cambiar algo en nuestra vida, tenemos que empezar por el corazón. Tenemos que estar dispuestos a mirar nuestros propios defectos y carencias para poder trabajar en mejorar. Todos estos esfuerzos para cambiarnos a nosotros mismos comienzan con el arrepentimiento. Para arrepentirnos y cambiar, tenemos que estar dispuestos a ver nuestras faltas y defectos primero. Tenemos que estar dispuestos a admitir que tenemos un problema. Sólo entonces podremos comenzar el proceso de cambio.

La clave para evitar los pecados de omisión

La mejor manera de evitar cometer pecados de omisión es cometerlos. Esto puede sonar gracioso, pero es cierto. No podemos evitar el pecado evitando las situaciones que nos dan la oportunidad de cometerlo. Pero podemos evitar cometer el pecado cometiendo primero. A menudo nos quedamos tan atrapados en la idea de tratar de no cometer un pecado que olvidamos que la mejor manera de evitarlo es simplemente cometerlo. Tenemos que mantener nuestros ojos en el premio y recordar que el pecado nunca vale la pena. Si estamos tratando de no cometer un pecado, no estamos prestando atención a lo que estamos haciendo. Si queremos evitar los pecados de omisión, tenemos que estar dispuestos a mirar y ver lo que estamos haciendo mal. Tenemos que estar dispuestos a admitir que tenemos un problema. Sólo entonces podremos iniciar el proceso de cambio.

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Conclusión

El pecado nunca es algo que hacemos una vez y luego estamos bien. Nunca nos recuperamos verdaderamente de los pecados de omisión. Estamos continuamente creciendo espiritualmente más débiles cada vez que pecamos por omisión. Dios nos ha dado el poder de elegir qué camino vamos a recorrer. ¿Escogeremos caminar en el camino de Dios, o escogeremos caminar en el camino que nos lleva al pecado y lejos de Él? El pecado nunca es un error pequeño e inofensivo que podemos olvidar y dejar atrás. Siempre es una decisión seria que te afecta a ti y a todos los que te rodean. Por eso debemos prestar atención a las formas en que intentamos alejarnos de Dios. Podemos elegir caminar en el camino de Dios, o podemos elegir alejarnos de Dios. No podemos tener ambos.

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