Cuando pensamos en el amor, tendemos a pensar en el amor romántico. El amor suele representarse como esa sensación que se tiene cuando llega tu alma gemela y te completa. Sin embargo, no es el único tipo de amor que existe. También existe el amor agape, el amor Eros, la amistad philia y otros. El amor se menciona en la Biblia más de 50 veces. En cada caso, nunca se trata de una atracción o deseo romántico, sino de un nivel más profundo de nuestra relación con Dios. Lo vemos más claramente en el libro de John Stott "The Spirit-Filled Life: Una invitación a la vida santa" de John Stott. Aquí hay 7 maneras en que el amor es parte del fruto del Espíritu Santo:
El amor es un fruto del Espíritu
La Biblia nos da muchos ejemplos del fruto del Espíritu. Sabemos que el fruto del Espíritu es el amor. Los ejemplos más básicos son los de la bondad y la paciencia. No hay nadie que no sea amable con otra persona. La amabilidad no es sólo una cosa bonita que se dice, sino que viene de un lugar de amor. La paciencia es la capacidad de esperar a que la gente consiga lo que necesita, incluso si esa persona te hace enfadar. Este amor se muestra más claramente en el ejemplo de Jesús. En Juan 15:17, Jesús dice que ama tanto a sus discípulos que permanecerá en el mundo para que tengan la oportunidad de tener una relación con Él.
2. El amor es parte del proceso de santificación
Otra forma en la que podemos ver cómo el amor es parte del fruto del Espíritu es en cómo crecemos en la vida cristiana. La santificación es el proceso por el cual somos transformados a la imagen de Cristo. En este proceso, crecemos en el amor, pero también crecemos en el autocontrol. Aquí es donde mucha gente se mete en problemas. Pueden tener grandes intenciones, pero no tienen el autocontrol piadoso para evitar caer en el pecado. A medida que crecemos en el Espíritu, tenemos un mayor deseo de amar a los demás. Al estar llenos del Espíritu, nuestro amor se vuelve más sacrificado. Este es el sacrificio que Cristo hizo por nosotros cuando murió en la cruz. Estamos trabajando para ser como Él cuando amamos con sacrificio.
3. El amor es parte del proceso de unidad
En el libro "Walking Side-By Side", la autora Francesca Burns habla de cómo los cristianos deben esforzarse por ser una unidad en el Cuerpo de Cristo. Ella habla de la importancia de la unidad en el Cuerpo de Cristo. Una parte central de esta unidad es el proceso de santificación. La santificación es el proceso por el cual nos transformamos en la imagen de Cristo.
4. Sacrificio por los demás
A medida que crecemos en el amor, también crecemos en el deseo de sacrificarnos por los demás. Esto comienza con el sacrificio de nuestros propios deseos y necesidades para poder servir a los demás. Esto se ve en todo el proceso de santificación. A medida que crecemos en el amor, tenemos el deseo de sacrificar nuestros deseos egoístas para poder servir a los demás.
5. Llevando al servicio
El servicio es una parte central del proceso de unidad. Podemos ver esto en la forma en que vemos el sacrificio. En primer lugar, vemos que Dios es todo servicio. En la Biblia, hay muchos ejemplos de Dios sirviendo a la gente.
Mira Tambien:¿Qué dice la Biblia sobre el odio a uno mismo?6. El amor nos mantiene enraizados y santos
Otra forma en que podemos ver cómo el amor es parte del fruto del Espíritu es en la forma en que somos santificados. La santificación es el proceso por el cual somos transformados a la imagen de Cristo. A medida que crecemos en el amor, tenemos el deseo de sacrificarnos. Queremos dejar de lado nuestros propios deseos egoístas y servir a los demás. Esto nos lleva a desear ser santos.
7. Epifanía del Espíritu
La última forma en que podemos ver cómo el amor es parte del fruto del Espíritu es en la Epifanía del Espíritu. Esta es la experiencia que muchos cristianos tienen cuando ven el amor de Dios por ellos. Lo vemos en el libro de John Stott cuando habla de cómo el Espíritu Santo es invasivo. Él invade nuestra mente y nuestras emociones. Quiere que sintamos amor por los demás. Quiere que nos sacrifiquemos por los demás. Quiere que deseemos ser santos y amorosos. El Espíritu quiere que seamos el amor que Dios es. Quiere que seamos parte del fruto del Espíritu. Él quiere que seamos cimentados y santos. Quiere que sirvamos a los demás y que seamos una fuerza de unidad en el Cuerpo de Cristo.
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