¿Qué enseña la Biblia sobre la responsabilidad de un cristiano?

La responsabilidad del cristiano es obedecer a Dios. Esto significa que los cristianos tenemos obligaciones y deberes específicos, que debemos cumplir para mantener nuestra relación con Dios. ¿Quién es el Creador de todos nosotros? Los seres humanos han sido creados por un Poder Superior. Ese poder no es otro que Dios. Dios nos crea a cada uno de nosotros como individuos separados, pero también quiere que nuestra asociación con Él sea también significativa. Cuando nos aseguramos de que nuestro comportamiento refleja lo mucho que valoramos esta asociación, nos resulta más fácil confiar en Dios y obedecer sus mandatos.La Biblia no da instrucciones específicas sobre cómo se debe hacer esto; en cambio, da principios generales que señalan el camino para que los cristianos vivan obedientemente hacia su Hacedor.

Índice de Contenido
  1. No dejes que el comportamiento egoísta te lleve a resultados egoístas.
  2. No seas orgulloso ni arrogante.
  3. Trata a los demás como quieres que te traten a ti.
  4. Aléjate de las cosas que arruinan las relaciones.
  5. Cuida tu cuerpo.
  6. Cuida tu mente.
  7. Conclusión

No dejes que el comportamiento egoísta te lleve a resultados egoístas.

Una persona egoísta puede querer mantener una buena relación con Dios, pero sus acciones no suelen reflejar ese deseo. En cambio, permite que el egoísmo controle su vida, y su conducta se caracteriza por los resultados egoístas que siguen a esa elección. De esta manera, una persona egoísta puede estar confiando en Dios, pero no está confiando en Dios. Puede estar tratando de "ganarse" una relación con Dios, pero está usando a Dios como una herramienta para conseguir lo que quiere. La Biblia dice que debemos "ser santos, porque sois el templo del Dios vivo" (1 Corintios 3:16). Debemos ser personas de carácter elevado, pero también debemos ser personas que saben que pueden confiar en Dios para satisfacer todas sus necesidades.

No seas orgulloso ni arrogante.

Las personas egoístas pueden ser muy inteligentes o poseer un gran talento, pero les falta algo importante: la autoestima. Las personas con una autoestima sana no necesitan demostrar constantemente a los demás que son mejores que otros en algo. Saben que son valiosos por el mero hecho de existir y pueden seguir su vida cotidiana sin sentir que necesitan compensar su existencia o su humanidad básica. Una persona orgullosa puede sentir que necesita "mostrar" sus conocimientos o habilidades para impresionar a los demás. Una persona egoísta, por el contrario, siente un sentido inherente de autoimportancia y autoestima, lo que puede llevarla a ser egoísta y arrogante.

Trata a los demás como quieres que te traten a ti.

La forma en que trates a los demás les mostrará si confías en ellos y valoras su amistad. Y si los demás no perciben tu comportamiento de esta manera, es probable que dejen de ser tus amigos. No debemos "consentir el mal, sino reprender a los que lo practican" (Romanos 13:13). Esto significa que no debemos aprobar la forma en que otros nos tratan. No debemos callar el maltrato sólo para poder "llevarnos bien" con los que hacen el mal. Debemos "levantarnos y hablar contra la injusticia" (James Baldwin).

Aléjate de las cosas que arruinan las relaciones.

Un cristiano debe mantener "una buena relación con el Señor" (Salmo 16:2). Cuando nos quejamos constantemente, o cuando somos egoístas y deshonestos, corremos el peligro de arruinar nuestra relación con otras personas. No debemos "poner tropiezos o trampas en el camino de tu hermano" (Proverbios 17:5). Es mejor ser honesto, respetuoso y amable que tratar de ser furtivo y engañoso. Cuando estamos constantemente enojados o a la defensiva con los más cercanos, estamos arruinando la relación. Tenemos que esforzarnos por "ser rápidos para escuchar, lentos para hablar, y ecuánimes en el comportamiento" (Colosenses 4:2). Cuando tratamos a los demás de esta manera, les mostramos que valoramos su amistad.

Cuida tu cuerpo.

Hay una correlación directa entre lo que alimentamos a nuestro cuerpo y lo que alimentamos a nuestra mente. Si no cuidamos nuestro cuerpo, no vamos a poder centrarnos en lo más importante de nuestra vida: nuestra mente. Nuestros cerebros necesitan descansar y nutrirse adecuadamente para poder trabajar bien. Si no alimentamos nuestro cuerpo adecuadamente, no vamos a tener suficiente energía para concentrarnos en las cosas que realmente importan. Cuando no tenemos suficiente energía para alejar nuestra mente de las cosas en las que no queremos pensar, no vamos a ser capaces de rendir al máximo. Debemos "prestar atención al cuerpo, y se espera que no descuides el alma" (Isaías 58:12). Debemos cuidar nuestro cuerpo, lo que incluye comer sano y descansar lo suficiente. Debemos "dar descanso a nuestro sistema nervioso" (Nightingale) y "comer ligero" (Colosenses 2:23). Cuando alimentamos nuestro cuerpo con una dieta equilibrada, se promueve una mente sana.

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Cuida tu mente.

Nuestra mente es la puerta de entrada a nuestro corazón y a nuestra alma. Si "ensuciamos" nuestras mentes, entonces realmente estamos "ensuciados" en nuestros corazones también. Debemos lavar nuestras mentes diariamente con las Escrituras y los pensamientos que promueven el comportamiento piadoso. Debemos evitar las conversaciones negativas, los pensamientos triviales y las acciones improductivas. Debemos tener "pensamientos claros" (Filipenses 4:5), y debemos mantenernos alejados de "conversaciones irracionales e insensatas" (Efesios 5:4). Debemos evitar los chismes y otras formas de "chismes" (Colosenses 3:25). Nuestras mentes deben ser "cuidadosamente entrenadas" (2 Timoteo 2:15) para que no se "descontrolen" (1 Tesalonicenses 5:19-20). Cuando cuidamos nuestras mentes, esto promueve un comportamiento piadoso y evita que hagamos cosas "insanas".

Conclusión

La responsabilidad del cristiano es obedecer a Dios. Esto significa que los cristianos tienen obligaciones y deberes específicos, que debemos cumplir para mantener nuestra relación con Dios. Estas obligaciones incluyen ser santos, ser amables y proteger nuestra salud mental. El comportamiento egoísta es una gran amenaza para estas cosas. Cuando estamos constantemente siendo egoístas en nuestros pensamientos y palabras, no estamos permitiendo que nuestras mentes se concentren en nada que sea verdaderamente importante. Estamos "sucios" en nuestras mentes, y no somos capaces de mantener el pensamiento claro que es necesario para nuestra madurez espiritual. Cuando ignoramos las señales de advertencia de los problemas de salud mental, nos estamos poniendo en un riesgo mucho mayor de progresar más lejos de Dios. Estas son sólo algunas de las formas en que el comportamiento egoísta puede arruinar una relación con Dios, con otras personas e incluso con nosotros mismos. Lo mejor que puedes hacer, cuando notes que tu comportamiento empieza a ser egoísta, es asegurarte de cuidarte.

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